19 de setembro de 2010
Making stuff II
Al lado nuestra vive un anciano de 82 años, es encantador, nos trae caramelos, las páginas infantiles de los periódicos, plátanos,... y un día lo ví a través de la ventana del salón, vestido de domingo y con los dientes puestos (casi nunca los pone), con un precioso ramo de flores en la mano.
Me reprimí el abrazo pues en país ajeno una no conoce las costumbres, pero le dí dos besazos.
No tenía jarrón dónde colocarlas, pero como la otra vez, eché mano de lo que había por casa. Esta vez un tarro de cristal y unos pantis viejos vinieron en mi ayuda.
Un corte por aquí, otro por allá, et voilà!
Ahora mi cocina está mucho más bonita, no sólo por las flores, si no por el amor que ellas llevan consigo.